En la mañana del 2 de octubre de 1968, tan sólo diez días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos en México, una familia típica, de clase media, se prepara para iniciar sus labores y responsabilidades. Integrada por la pareja, cuatro hijos y el abuelo, la familia observa como se prepara un mitin organizado por un movimiento estudiantil, en la cercanía de su edificio, en la plaza de Las Tres Culturas. Durante el desayuno, los hijos mayores y universitarios, Sergio y Jorge, discuten con el padre, Humberto, sobre el movimiento estudiantil y su participación en el mismo. Humberto trabaja como funcionario en el Departamento del Distrito Federal y las posturas de padre e hijos ocupan los extremos opuestos. Conforme avanza el día y el movimiento estudiantil empieza a manifestarse, se observa un fuerte convoy militar rodeando el área, en tierra y en las partes más altas de los edificios. Helicópteros se han desplegado tras iniciada la manifestación y entonces el caos ha iniciado: tanques, escuadrones militares, francotiradores, bengalas, todo tipo de artefactos dirigido en contra del movimiento. Balas entran en el departamento y la vida de esta familia, como la de tantos miles de ciudadanos, se encuentra en peligro.
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